Rafael Rodríguez

Argentina… andá

Rafael Rodríguez Presidente Seminarium Penrhyn International

Por: Rafael Rodríguez | Publicado: Miércoles 12 de septiembre de 2018 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Rafael Rodríguez

Rafael Rodríguez

Antes que nada, quisiera hacer dos disclosures.

El primero es que soy uno de los cientos de chilenos que creyó que esta vez Argentina iba a tomar un rumbo correcto en materia económica invirtiendo en Lebacs (letras del Banco Central) en un fondo creado en Chile. El segundo es que el título de esta columna se inspira en la reacción de un economista al discurso del Presidente Mauricio Macri cuando anunció reformas para ofrecer al FMI, dado que, fuerzas del mercado mediante, que Argentina probablemente no iba a cumplir con las metas comprometidas con el organismo sólo dos meses antes.

Imagen foto_00000004

En síntesis, Macri comprometía bajar el gasto público en un 30% de la diferencia. El restante 70% de la diferencia provendría de mayor recaudación por diversas vías, entre ellas reponer unas recién derogadas retenciones al sector exportador (que son como extraer sangre a quienes pueden liderar la recuperación).

He seguido de cerca los acontecimientos de Argentina. Habiendo vivido ajustes drásticos que se hicieron en Chile en los años 70 y 80 (mucho mayores que los posteriores de los 90 y la crisis de 2008), puedo afirmar que Argentina está menos mal que en ambos casos al mirar los números. Sin embargo, tiene una crisis de credibilidad mucho más complicada por sus propios “méritos” (defaults mediante) y por medidas abusivas —muchas históricas, pero otras de reciente data— como poner un impuesto a las inversiones financieras por la diferencia nominal de valor, en un contexto de hiperinflación. El mercado financiero tiene mala memoria, pero tiene. Ceo que con Macri terminó de farrearse la buena credibilidad de los proclives a creer de nuevo, básicamente por las garantías que proyectaba él y su equipo con un discurso coherente, ortodoxo y realista.

En cambio, la evidencia muestra que Macri no ha tenido la capacidad de ajustar la economía rápidamente, es decir, lisa y llanamente, de reducir el gasto. Desde el principio decidió hacerlo pasito a pasito; en el camino, el déficit fiscal empezó a bajar al mismo ritmo, y como era fuertemente negativo en su base primaria, se necesitaban fondos externos para financiar el hoyo que se iba cerrando de a poco. Cuando empezó a tambalear la credibilidad de poder cerrar las cuentas, pusieron un impuesto a los inversionistas externos que no existía en el momento de la inversión… y ahí comenzó la estampida.

Se evaporó la confianza en la autoridad, mientras que el Banco Central ha intervenido erráticamente en un contexto de creciente descrédito. El siguiente recurso para contener la marea fue pedir ayuda al FMI, que adhiere a las políticas ortodoxas y, por tanto, acudió al rescate de Argentina comprometiendo una línea de crédito histórica, la más alta que haya dado, como si se tratara del hijo pródigo. Después se subió la tasa de interés para apoyar el peso, poco y tarde; la tasa de interés real era primero negativa, después menor al 5%, y ahora la subieron a 15% (de nuevo tarde, aunque algo ayuda).

Nadie sabe con certeza lo que va a pasar, pero pobre Argentina y pobres los inversionistas que apostamos, una vez más equivocadamente, a su potencial.

Lo más leído